En abrir la puerta de ese joven apartamento en medio de la ciudad, el miedo aumentó pero el deseo con él. Ese chico alto desconocido y conocido, guapo y sonriente, mirándome directamente a los ojos, al corazón, me abrazó con la mirada para luego hacerlo con sus grandes brazos. Mientras lo hacía yo depositaba algo de mi en él.
Con delicada fuerza me cogió por la cintura, mientras, yo, perdida en sus ojos color mar, ojos isleños y acariciando su pelo algo rebelde, me besó interrumpiendo con descaro y lujuria... Con dulce diversión empezamos el juego.
Entre el vaivén de besos, el clac de la puerta que se cerró, sentí que la ropa era lo que más me pesaba a parte del miedo incesante y cruel. Le cogí por el cuello de la camiseta y me lo acerqué mientras de puntitas le mordía el labio con un acompañante un tanto tímido, un pequeño Te Quiero bien recibido pero con la duda de si volvería a mis labios de la misma manera.
Le comí a besos, la sed se hizo desmesurada y queríamos el todo del uno y del otro. Las caricias suaves, entretenidas, juegan aventureras, descubriendo parajes, nuevas sensaciones y pequeños tesoros. Con prisa pero con dulce rabia llegamos a su habitación, repleta de pósteres de los 70, llena de imágenes revolucionarias y fútbol...
Continuará...
Si te pregunto algo sobre esta entrada en el Ask creo que podrían cerrártela!jajajajajaja.
ResponderEliminarcomo te pasas hahahaha xd
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