domingo, 22 de abril de 2012

El tabú de la manzana prohibida

En abrir la puerta de ese joven apartamento en medio de la ciudad, el miedo aumentó pero el deseo con él. Ese chico alto desconocido y conocido, guapo y sonriente, mirándome directamente a los ojos, al corazón, me abrazó con la mirada para luego hacerlo con sus grandes brazos. Mientras lo hacía yo depositaba algo de mi en él.
Con delicada fuerza me cogió por la cintura, mientras, yo, perdida en sus ojos color mar, ojos isleños y acariciando su pelo algo rebelde, me besó interrumpiendo con descaro y lujuria... Con dulce diversión empezamos el juego.
Entre el vaivén de besos, el clac de la puerta que se cerró, sentí que la ropa era lo que más me pesaba a parte del miedo incesante y cruel. Le cogí por el cuello de la camiseta y me lo acerqué mientras de puntitas le mordía el labio con un acompañante un tanto tímido, un pequeño Te Quiero bien recibido pero con la duda de si volvería a mis labios de la misma manera.
Le comí a besos, la sed se hizo desmesurada y queríamos el todo del uno y del otro. Las caricias suaves, entretenidas, juegan aventureras, descubriendo parajes, nuevas sensaciones y pequeños tesoros. Con prisa pero con dulce rabia llegamos a su habitación, repleta de pósteres de los 70, llena de imágenes revolucionarias y fútbol...


Continuará...

lunes, 9 de abril de 2012

Segunda parte de "Receta anti-crisis"

Existe una pequeña minoría que insatisfecha delante de este menú al que se ven sometidos casi diariamente luchan por cambiar los ingredientes y evidenciar a los cocineros y grandes chefs, tanto de su restaurante como los de otros restaurantes cercanos y lejanos. Esta pequeña minoría, va creciendo se hace mayor, en número y en experiencia, en madurez y en poder, en fortaleza sobretodo. Esta pequeña minoría muchas veces se ve perturbada por el pasotismo y conformismo de la mayoría de sus acompañantes pero no se dan por vencidos y rechazan de seguir comiendo de esa mano sucia, y por el contrario la muerden con determinación. Que de esa agua envenenada con ignorancia, fútbol, promesas de papel, y otros derivados de falsa fe y felicidad, la derraman sobre la mesa, la cual empieza a arder. Arde lo que un día una receta nos hizo creer algo mejor, esa receta que nos llevaría a un Edén dulce, ameno donde el equilibrio entre los sentidos podía ser real. Arden sus mentiras, arderán ellos y de las cenizas como un gran Fénix resurgirá una nueva generación de comensales, los cuales se liberaran de la cadena de estas recetas y podrán ver lo que sucede ante ellos. Podrán reescribir esa receta con total libertad, escrita por ellos para ellos, sin cometer errores del pasado, arderá la antigua receta… Muchos de la mayoría se ven ofendidos, asustados por estos actos de “rebeldía” insaciable, explosiva; se impresionan aun llevando los ojos vendados y bien atados a los dedos del maître. ¿Por qué? O no saben que ellos mismo son capaces y de que tienen la sartén por el mango o porque realmente el veneno lo tiene arraigado en el interior de su paladar interno, lo cual les deja los sentidos dormidos, entretenidos con vanos y raudos sabores, absurdos que los sacian con avidez y dejan poco espacio para la receta verdadera, y con este estratagema no dejan lugar a otra posibilidad, los rellenan de ilusiones.
Realmente nosotros, los clientes, como tales deberíamos exigir la receta, supervisar la receta, reescribirla, cambiarla tantas veces se necesite acuerdo en todos los comensales y no dejar que otros lo hagan por nosotros cuando no lo están haciendo, porque tarde o temprano el turno acabará, deberán quitarse el delantal y pasarlo a otro y justo en ese momento de debilidad debemos actuar.

viernes, 6 de abril de 2012

Primera parte de "Receta anti-crisis"


Receta: Prescripción facultativa. Nota que comprende aquello de que debe componerse algo, y el modo de hacerlo. Procedimiento adecuado para hacer o conseguir algo. Para qué queremos la receta si al fin al cabo, somos el cliente (descontento a día de hoy). Los chefs del restaurante nos engañan a través de los sentidos, día a día en cada comida, nos la presentan con una bonita guarnición desde hace tiempo. Intentan disimular el sabor repulsivo, que la materia no es de primera categoría y que mucho menos lo que hemos pagado es lo que realmente vale.
Estamos comiendo de la mano de unos no muy listos, pero que saben muy bien  lo que hacen. En este tipo de restaurante hay tres tipos de comensales según se mire: los que han pillado con las manos en la masa a más de un cocinero de poca monta y algún que otro chef importante y por este y otros motivos se resiste a comer en tal lugar, y por el otro lado tenemos al conformista que cualquier cosa le sirve pero aun así no se acaba de fiar y en último lugar pero no menos importante tenemos al típico cliente medio que más bien separado de los demás a casusa de su mínima riqueza, su paladar selecto se codea con otros de su misma estirpe, y con mirada altiva rehúsa salir de su nube esponjosa aterciopelada. La mesa es muy grande y en ellas estamos todos queramos o no, independientemente de la edad, sexo, ciudad o estatus social medievalmente hablando. Aún y así este tipo de características en ocasiones marca la diferencia, aunque no debería. En esta mesa, unos se preocupan por que los platos se vean más limpios, la comida sea de calidad y la atención sea la que se merece. Que lo que ponga en la carta se cumpla, los horarios se sigan, que el amable camarero te trate con respeto en vez de rudeza, sin embargo él tan solo es el mensajero de los jefes. Revisar la factura y que no te hayan exigido más de la cuenta, y si no puedes permitírtelo que con misericordia puedas hacerlo a plazos. Que cada quién pueda tener su espacio individual y tenga la máxima libertad de compartirlo con quien quiera. Los recién llegados de otros restaurantes, bares de carretera, chiringuitos, dispongan de los medios para obtener un lugar en el nuestro, opción a una silla y sobretodo podérsela ganar. Muy a mi pesar lo que más me preocupa son los jóvenes comensales, la generación del ’13. La nueva generación, los que se van sentando algunos muy ingenuos no saben nada de los ingredientes, y a otros más bien les importa poco, su máxima preocupación es el comensal de al lado, que la copa que sirva este buena y un buen espectáculo esté asegurado al acabar el postre.
El menú ofrecido; en este nuestro gran restaurante que se viene abajo, es muy variado, mucho chorizo y poco pan, una tapa de foie de cerdo cruelmente adinerado, sardinas trajeadas de tinta calamar; para empezar, seguido viene un entrecot de mentiras con guarnición de sobornos o ensalada griega condimentada con un poco de revolución. A su gusto también puede escoger hamburguesa acompañada con la bebida más reclamada y selecta; petróleo-cola; procedente de los más bellos campos dorados de Arabia y con esfuerzo (y conflictivamente) conseguida para usted o sopa de porras y lágrimas. Si lo prefiere tenemos a disposición cerveza merkelemana, la cual ha recibido buenas críticas por su buen cuerpo, sabor y precio. Por postre le ofrecemos fruta de cuestionable calidad (y vagamente recogida el 29 de cada mes), helado de Islandia con sabores secretos. El mantel pequeño pero acogedor y bonito por fuera, caro muy caro, muchos no se lo puede permitir y tardarás años en conseguir y pagarte la silla. 

martes, 3 de abril de 2012

Cartas de reconquista III

Supongo que acabo algo que nunca he empezado. No te entiendo, pero me escasa el sentido común y te intento convencer, de nuevo.
Me cautivas y a la vez me decepcionas. Pongo punto y aparte, porque no quiero cerrarte, porque no sería capaz.

Cartas de reconquista II

El miedo de la inocencia, el miedo del amor, el miedo de lo nuevo, el miedo de sus besos, el miedo en mis ojos, el miedo en las decisiones, el miedo que me envuelve.
Veloz, el deseo fue veloz, crecía y quería más... Veloz, velozmente te marchaste y a veces volvías.
El miedo de la inseguridad, el miedo de equivocarme, el miedo de comenzar un camino inexplorado.
El motivo del miedo, eres tú.
Las palabras tuvieron el poder sobre mi.

lunes, 2 de abril de 2012

Cartas de reconquista

Irrumpiste en mi vida, tan segura estoy que no soy la única, te lo sabes montar bien, nunca estas solo y a más de una en la palma tienes. Atravesaste mi vida fugazmente, y se te ocurrió parar a repostar en mi gasolinera, con tu potente moto, decorada y puesta correctamente, de ella te bajaste y bueno, querías llevarme en la aventura de una típica ruta 66 salvaje.
Con que ilusión me creí las mentiras de un pirata de carretera. 
El licor era de melón y manzana, parecía una imposible combinación pero al fin y al cabo la química existía. El juego de seducción fue un previo aviso al gran partido, al cual tuve que jugar con apenas conocimientos. Perdiste, más bien empatamos mal, pero ni dos besos calmaron tu furia huracanada, ni revancha ofrecida con cariño y promesas por mi parte apaciguaron tu rebeldía. Tu fuga duró apenas unos segundos aún sabiendo que no me convenías decidí enviarte una carta de amor, que te diera motivos por los cuales regresar por mi.
Y no los tengo, no los he pensado, tan solo he pensado en tí, en tus escasas palabras dulces, en tu muda sonrisa, en tus lejanas caricias, en tus promesas de papel, tan solo tú. Te quiero a tí, arriesgándome a perder, te beso profundamente.

domingo, 1 de abril de 2012

Cenizas.

Polvo de estrellas, polvo estoy. Polvo me encuentro así. Tu fuego, tu sonrisa abrasadora, tus palabras se me tatuaron en cada rinconcito de mi ser. El fuego de la pasión quemó mi sentido común y mi entera razón. La ilusión con el deseo tentó para que cayera en las brasas de tus abrazos. Con tal avidez fuimos uno, la chispa estalló, eramos símiles, entre armonía te quise, te quise mío, pero viento apagó, tu le ayudaste, la duda asintió, que en esos días no dejó de llover, me encuentro en mil millones de pedazos.