Siempre me he preguntado el porqué de mi existencia vacía y sin sentido, inútil y rota por completo, abandonada a su suerte... Existencia en soledad, golpeada hasta que escupe el último frágil y débil aliento de felicidad.
No queda nada por lo que enfrentarse.
Ni nadie.
Nunca lo hubo.
La soga de la tristeza estrangula el corazón y las ilusiones, te atrapa el oxígeno y sólo te deja con miserables lágrimas roncas. Te nubla la razón con espesa melancolía y remordimientos, te siembra fuertes dudas y miedos.
Y sin darme cuenta ya no queda nada de mi.
Y no me importa.
Y llego al sombrío fondo, perdiendo y dejando ganar.
Inked Feelings
domingo, 26 de octubre de 2014
domingo, 18 de agosto de 2013
My dear, I adore you.
Te quiero o quizás no, quizás solo sean mis ganas de tenerte siempre conmigo (egoístamente) saboreando tus dulces labios, causantes de la mayor adicción jamás creada. Quisiera poder respirar en ellos, ver como haces esa mueca o como medio sonríes solo porque a mi me gusta verlo. Escribiéndote cosas cursis a las cuatro de la mañana, cuando me encuentro entre ese tequila y te quiero de más, mientras que mi piel te añora, suspira en cada pliegue que le descubriste y por el cuál no volviste a rozar con o sin amor. Quizás sólo sean las ganas de poder abrazarte y acabar por descubrir tus puntos débiles. O simplemente que me hayas encontrado tú los míos antes.
9 madrugadas.
Tengo todo ese miedo acumulado, la impotencia por ancla que me arrastra hasta mis peores recuerdos y temores. Tengo todo ese mar acumulado entre ojos y mejillas, la hoja afilada de la vida corriendo ligera, en libertad salvaje, manchando y tachando promesas, deseos y sueños. Tengo tantos "te quiero" guardados entre mis labios que en ocasiones se escapan para transformarse en besos dolidos en los tuyos. Tengo tantas ganas de morderte el alma que mis dientes sonríen con abatimiento pensando que tal vez, algún día tu sonrisa hermética comparta tu pequeña alma devastada conmigo. Quiero salvarte de tus fantasmas, luchar por ti y vivir por mi.
miércoles, 19 de junio de 2013
Torpeza.
Con brutal sinceridad voy a explicar la historia. Aunque puede que no haya nada que contar, porque como dijiste no hay nada que debamos tener, aunque si querías tenerme en aquella cama. Siempre te echo de menos. Siempre pienso que la cagamos ambos. O puede que tan sólo yo, porque al fin y al cabo, la que se dejaba el tintero en cada estúpida carta fui yo. He estado ahogándome ahí abajo, no te dije nada. Tampoco pensé que te importará. Las cicatrices son por ti en su mayoría. Matame ya con el jodido último beso que no te atreviste a darme. Olvidemoslo. Tan sólo es piel por una noche lo que buscas, quizás sólo alguien por quien arriesgar de verdad que no te conozca tanto. Ya me aparto ya, no te voy a buscar más pero me llevo los recuerdos, porque los necesito como necesito la primera persona que conocí en ti.
martes, 12 de febrero de 2013
Sobredosis.
He vuelto a verte, hoy ha sido por sorpresa, como la primera vez, que nos vimos. Un choque de sonrisas fugaces, estos días en el que el mono me podía, y tenía tu esencia clavada, el sabor de tu olor, he querido comprar toda tu compañía más cercana posible, tus pequeños gestos, guardar tu voz en una jeringuilla para noches más duras y solas. Ha estado genial el chute, impresionante. No conocía sonrisa más adictiva que la tuya. Quería más pero el negocio cerraba y tú tenías que marchar. Se me pasó el ciego de golpe, me estampé contra el suelo. Vi como te ibas con todo lo que necesitaba. Al menos ahora te tengo guardado en mi lista de camellos favoritos. Ahora, ya sabes qué tipo de cosas busco en ti, y rápidamente ya sabes dármelas. Una mirada rápida, un roce, una palabra, mi éxtasis nocturno en recuerdos. Me calmas las heridas aún ser para mí lo más prohibido. Quiero experimentar con nuevas sensaciones, más duras, que el chute me dure más que un par de días. Necesito menos centímetros de tu piel a la mía, que hayan más caricias, que se mezclen nuestros olores. Véndeme un poco más, sé compasivo.
Me has regalado mini dosis algunos días fortuitos, con las que callaba a los remordimientos, pero necesito más y sé dónde encontrarte y en qué lugar. Esta noche, entre la muchedumbre en un local oscuro, como los que frecuentamos los dos, el ambiente que nos atrae y que nos une. Te busco desesperadamente, no logro saciar la sed ni con el burdo alcohol. No te veo, el deseo en mí, va desapareciendo poco a poco en mi, igual que la esperanza. Cuando de repente, ya muy integrado en tú personalidad, sales de entre las luces y con mirada de lince me localizas entonando ese acorde melancólico. Con un poco de dosis resbalando por tus labios, una sonrisa impoluta y burlona. Con velocidad de mil rayos, fui en busca de más, surcando el gentío, sus absurdas habladurías y sus miradas desafiantes con las que intentaban menospreciarme. Alcancé un poco de lo que quedaba de mirada mientras con fuerza, las cuerdas de aquella vieja guitarra empezaban con estridencia, melodías desgarradoras. Mientras, yo iba guardando en film todos tus gestos, el movimiento de tu ropa acorde de tu espalda y tus músculos. Fue la mejor droga que jamás he probado.
Decidí que debíamos hacer eterna esa sensación, y la guarde en el film, como los demás recuerdos y como los demás retratos que había tomado de tu esencia. Ya podía disponer de una pequeña dosis en casos de extrema emergencia, para que aliviase mis desdichas. Pero el momento clímax llegó cuando me encontré dulcemente entre tus brazos, con mil ojos espías, mientras se me aceleraba el corazón por la sobredosis de aquella noche demasiado ebria y supongo que también se debía a que te tuve durante unos segundos donde te hubiera querido toda la noche. Con unas pícaras palabras me enganchaste algo más, sonriendo de nuevo, insinuaste tras aquellas luces tenues, que en privado recibiría algo más que me gustaría.
viernes, 21 de diciembre de 2012
Escena sigilosa.
Coincidíamos en días puntuales, días en que el Tiempo tenía más prisa de la normal, dónde mil y un pequeños detalles intentaban distraernos el uno del otro. Hoy te he vuelto a ver, he recordado como era tu pelo, como caminabas y la exacta anchura de tus hombros. Hoy he vuelto a disfrutar de tu andar, de tus pasos firmes y masculinos. Asomaste en una esquina y pasaste por mi lado y una mirada furtiva, entre la muchedumbre, nos bastó o al menos sació mi corazón por unos días. Finalmente recorriste el camino a la inversa pero esta vez, mirando directamente hacia mis ojos, mientras sonreías y lucías unos ojos claros brillantes que tanto añoraba. No consigo sacar tan dulce e hipnótica sonrisa de mi pensamiento con esos ojos clavándose en mi tímida sonrisa que con cierto temor escondía, se ha quedado bellamente grabado en un modo de repetición que calma mis pesadillas. Te necesito aún más y más cerca, vuelve pronto.
domingo, 25 de noviembre de 2012
Solíamos besarnos.
Bienvenida Melancolía, hacía tiempo que no te pasabas por aquí, ¿que me explicarás? ¿Qué es lo que vamos a recordar? ¿Qué situaciones estamos dispuestas a imaginar?
No te he echado de menos debo admitirlo, aunque fueses una fiel amiga y me acostumbrará a tu compañía.
Claro que recuerdo sus ojos azules, son los últimos que me vieron desde la clavícula pasando por el final del ombligo, hasta las puntitas de mis pies. Fueron los últimos que trazaron un nuevo lienzo sobre mi piel, que se atrevieron a comprenderme más allá de un cuerpo y entrañas, unos labios y unos mordiscos, llegaron hasta mi pequeño yo interior atemorizado y débil por el tiempo. Tampoco me he olvidado del cariño y dulzura que transmitían sus caricias, la calma que me llevaba a naufragar aún más en sus brazos. Pero basta, basta, porque no estoy dispuesta a recordar más y encontrarme cada vez que me desvelo, la cama fría y vacía, como el hueco que dejó en mi corazón.
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