domingo, 25 de noviembre de 2012

Solíamos besarnos.

Bienvenida Melancolía, hacía tiempo que no te pasabas por aquí, ¿que me explicarás? ¿Qué es lo que vamos a recordar? ¿Qué situaciones estamos dispuestas a imaginar?
No te he echado de menos debo admitirlo, aunque fueses una fiel amiga y me acostumbrará a tu compañía.
Claro que recuerdo sus ojos azules, son los últimos que me vieron desde la clavícula pasando por el final del ombligo, hasta las puntitas de mis pies. Fueron los últimos que trazaron un nuevo lienzo sobre mi piel, que se atrevieron a comprenderme más allá de un cuerpo y entrañas, unos labios y unos mordiscos, llegaron hasta mi pequeño yo interior atemorizado y débil por el tiempo. Tampoco me he olvidado del cariño y dulzura que transmitían sus caricias, la calma que me llevaba a naufragar aún más en sus brazos. Pero basta, basta, porque no estoy dispuesta a recordar más y encontrarme cada vez que me desvelo, la cama fría y vacía, como el hueco que dejó en mi corazón.

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