Te quiero. Así deberían empezar siempre las cartas y no acabar. Tú, mi niño, mi hombre, mi dulce condena. Esa mirada cautivadora. Esa sonrisa muda. Esa voz gruñona y cariñosa. Esos besos que nunca pudimos darnos, ese amor que nunca pudimos disfrutar. Todas esas palabras que deseábamos, todas esas con las cuales nos queríamos, nos sentíamos diferentes, especiales.
Te echo de menos, ¿Dónde estás? ¿Estás bien? Supongo que te encontrarás felizmente casado, ayer pasé por tú antigua habitación, repleta de recuerdos, sueños, lágrimas, esperanzas y amor. No pude encontrarme en ella, me sentía una extraña, como la brisa fría de la noche, como el gato intruso, como un niño inocente libre de culpa. ¿Qué nos separó tan cruelmente? ¿Cómo nos consumismos tan velozmente? Puedo suponer que querer a más de una persona a la vez nunca ha funcionado, y que al escoger, siempre hay alguien que pierde. Pero no está del todo mal perder a veces, y con ello nos lanza a la deriva, nos supone un reto que debemos aceptar y enfrontar sin temor. A pesar de la tormenta llamada Dolor.
Las comparaciones y los remordimientos nunca han sido buenos compañeros.
Suena en el tocadiscos más de lo que puedo soportar, de lo que puede soportar mi alma. Suena cachitos de mí, de ti, de nuestro tiempo, de deseos, de secretos. Seguramente de ella también. Una tercera, poco bienvenida. Puedo escuchar ese vals que nunca bailamos, esas románticas baladas que demasiadas veces compartimos y que de memoria conocíamos sus letras. Eran poesías cantadas por voces roncas y dulces.
Vuelvo la mirada al presente y me gustaría que todo fuera más sencillo, como respirar, como alzar la mirada y disfrutar del sol, de admirar simplemente las estrellas, de querer sin promesas ni miedos, sencillo como lo fueron esos días a tú lado, los días que fui feliz, la primera vez que vi tus ojos y fui feliz al conocer, conocer tu pasado, tu presente y conocer que buscabas algo en mi, que yo esperaba que encontrases. Eres diferente.
Cada noche aún suelo releer aquella última carta, con ese último te quiero como el que te estoy escribiendo yo ahora, dando fin a lo más bello que tuve hasta el día en que tu existencia llegó a la mía.
Te quiero, aunque no debería acabar así.
Que grande eres Paula,te doy mi palabra de Anónimo de que estoy emocionado.Parece sacado de una novela incluso,me gusta hasta la foto. : )
ResponderEliminarMuchas gracias de verdad, tu apoyo es muy significativo para mi, la foto también es mía, muchas gracias :)
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